Tamal chinchano
Leyendo el diario de hoy encontré un artículo acerca del arte culinario chinchano donde se hace referencia a los inigualables tamales chinchanos.
Ha diferencia de los elaborados en Mala, Surco o Supe, los nuestros son cuadrados y están amarrados con seis vueltas, tres para cada lado.
Aún cuando en las calles de Lima es vendido generalmente por gente morena, el tamal no es parte de la comida traida por esclavos africanos.
Fray Bernardino de Sahagún en “Historia General de las cosas de Nueva España” a principios del siglo XVI hace referencia al tamal no sólo como comida de la gente común, sino de los nobles, de los sacerdotes en ceremonias especiales de ayuno.
La evidencia arqueológica muestra al tamal como parte de la vida cotidiana de algunas culturas de México en la época prehispánica, además de usarse en rituales religiosos, en ofrendas y tumbas; de manera que también habría sido uno de los manjares preferidos por Chinchaycamac, dios tutelar de los chinchanos.
El tamal forma parte casi obligatoria del desayuno de todo nativo de Chincha que respete las costumbres culinarias de nuestra tradición gastronómica. Así, los que vivimos en Lima hacemos lo indecible para tener en nuestra mesa dominguera el clásico tamal chinchano y disfrutar de su sabor en el desayuno familiar. Generalmente tenemos nuestras caseras; y al tiempo que paladeamos con fruición su sabor de maíz molido en batán, nos invade la añoranza de los días que transitamos por las calles de nuestra Chincha querida y de los amigos que tenemos en ese pedazo de cielo.
Mamainé
También nos refiere el articulista que en el camino de salida de Chincha, en el lugar denominado “El Guayabo”, un poblado correspondiente al distrito de El Carmen, allá donde están los “negros azules” que representan tal vez una estirpe de negros africanos con poco mestizaje y mantienen la pureza de su raza, se encuentra un lugar campestre, convertido ya en casi obligada parada de quienes hacen turismo en Chincha. Ese lugar es llamado “El Refugio de Mamainé”, una morena gorda, que reluce sus dientes blancos nieve entre su casi permanente sonrisa.