jueves, 29 de octubre de 2020

"MI Pueblo", de Carola Bermúdez de Castro

En el 152° Aniversario de Chincha, quiero permitirme colocar el poema MI PUEBLO de Carola Bermúdez de Castro (Chincha, 1906-Lima, 1962), publicado en Literatura Chinchana por Víctor Salazar Yerén.

MI PUEBLO
Carola Bermúdez de Castro (Chincha, 1906-Lima, 1962)

Yo soy de allá, de un pueblo silencioso y callado,
que sueña con la vida y se embriaga de Sol; y que en las tardes, cuando el trabajo ha cesado, se extiende cara al suelo teñido de arrebol.

Un Inca, enamorado, le dejó su tristeza;
y el silencio es herencia de un Conquistador
que hasta él llegó un día portando en su cabeza
anhelos de victorias y sombras de dolor.
Tiene la suave gracia de dulce campesina,
olor de hierba buena, de vino y algodón; y en sus calles, a veces, o en la cruz de una esquina
se aburre el pobre cholo vendedor de turrón.
Los asnos pensativos, trotan por los caminos
arrastrando la chala del dorado maíz, y las chozas, acequias, eucaliptus y pinos
le dan a la campiña su variado matiz.

Hay en todo una calma de dolor que suspira
yo no sé por qué sueño imposible y lejano. ¿O es el Inca que vuelve a través de mi lira
rompiendo los misterios terribles del arcano?

Chincha se llama el pueblo que mi cuna meciera
con su suave tristeza y su mudo dolor;
por eso es que en silencio yo voy, a mi manera,
luchando por la Gloria, como un Conquistador.

En La sinfonía inconclusa (2014)





jueves, 2 de abril de 2020

YO SOY EL ABOGADO


El día 2 de abril se conmemora en nuestra patria el "Día del abogado”

Por este motivo, el abogado chinchano Dr. Lauro Muñoz Garay ha colocado en su muro del facebook el poema “Yo soy el Abogado” fue escrito por el jurista argentino Horacio Alberto Vero.

YO SOY EL ABOGADO

El que todas las mañanas va recorriendo juzgados
y que anda a los apurones por ese escrito con cargo.
El que soporta la espera, el que se banca los paros,
y debe poner la cara justificando el atraso.

El que abre el escritorio y sale a ganarse el mango,
porque se vienen las cuentas y todo sigue a despacho.
El que no tiene licencias, ni salarios, ni aguinaldo,
y debe pelearla duro, porque se cobra salteado.

Yo soy el abogado.
Muchas veces de pleitero, injustamente acusado.
Al que todos lo consultan cuando se ven apurados
en la calle, en el cine, y en la cola del mercado,
y al que nadie le pregunta: ¿Doctor, se le debe algo?

Yo soy el abogado.
El que tantas veces pone su paciencia de artesano
para llegar al final con deudor insolventado.
El de cédulas y oficios, a pulmón diligenciados.
El que debe tolerar el sistema colapsado,
las nuevas disposiciones de Rentas y de Catastro,
los timbrados del Registro y el humor del funcionario.

Yo soy el abogado.
El que hace de estratega, de confesor, y de malo,
de mediador y de amigo, de psicólogo y de hermano.
El que sale a cara o cruz, con niebla o lluvia viajando,
porque justo le fijaron una audiencia bien temprano.

El que se muerde los labios porque el testigo ha faltado.
El que sufre taquicardia mientras va leyendo el fallo.
Del mostrador, para acá. Del pasillo, quede claro.
El que recorre Juzgados, durante meses y años.

A mucha honra señor, yo soy el abogado.